Para muchas empresas, este es un tiempo donde se realizan ejercicios estratégicos con la finalidad de enfrentar lo que serán los próximos períodos. Sin embargo; en el modelo tradicional de planificación estratégica, los gerentes intentan pronosticar cómo evolucionarán los mercados y cómo responderán los competidores, y luego definir un plan plurianual para posicionar a su empresa de manera exitosa en el futuro.
Esta praxis, a mí parecer, funcionó bien cuando los mercados eran más estables y los principales factores que influían en el crecimiento y la rentabilidad eran más fáciles de pronosticar.
Aunque se han desarrollado muchas herramientas prometedoras para ayudar a hacer frente a la incertidumbre, la mayoría de los ejecutivos tienen dificultades para aplicarlas de forma coherente para tomar mejores decisiones. Ganar en tiempos inciertos requiere un nuevo modelo de desarrollo de estrategias. Las empresas que se mueven rápidamente para adoptar un enfoque más dinámico, determinando escenarios futuros mas extremos pero plausibles, identificar puntos que permitan dar un giro rápido y preciso a la estrategia, así como una mentalidad para realizar la labor de vigilancia prescriptiva de la gestión y los resultados que permita más que evaluar el rendimiento o resultados del negocio, modificar la pregunta habitual de ¿Cómo nos estamos desempeñando? a la pregunta: ¿Deberíamos cambiar de curso?
Aquellas organizaciones que se ciñen a sus formas de “planificar y luego hacer” corren el riesgo de quedarse irreparablemente rezagados.